-Dale Turner-

domingo, 26 de septiembre de 2010

Jaime Jaramillo Escobar, poeta


Ex nadaísta, poeta y amigo. Fue alcalde, inspector de policía y ahora se dedica a dar talleres. Su nombre es Jaime Jaramillo Escobar, “el más nadaísta de los nadaístas”, el que escribe desnudo, el único, el que experimenta y recita, aquel que no para de crear.

El nadaísta

A mediados del siglo pasado, un movimiento literario contestatario, irreverente y subversivo, surgió de la pluma del escritor Gonzalo Arango. Fue un séquito de jóvenes incendiarios, interesados por la literatura, influenciados por el existencialismo de Sartre y por la generación Beat, que en medio de la Violencia que sumía a Colombia, logró abrirse camino en la historia de la literatura.

Gonzalo Arango, Jotamario Arbeláez, Eduardo Escobar y Jaime Jaramillo Escobar fueron algunos de los que empezaron a cuestionar los cánones literarios de la época. El grupo nació en 1958 en Medellín con la publicación del Manifiesto nadaísta y aún hoy se leen los textos apasionados de Gonzalo, los poemas de Jotamario y se va a los recitales de Jaime, “el más nadaísta de los nadaístas”, según el propio Arango.

En 1967, escondido bajo el seudónimo de X-504, Jaime Jaramillo ganó el premio de poesía nadaísta Cassius Clay, con su libro Poemas de la ofensa. Un libro pequeño, pero que cambió el horizonte de la poesía colombiana y frente al cual Jotamario Arbeláez dice que nadie ha osado levantar la mano.

Pocos años después, tal vez cansado de estar escondido bajo la superchería de un seudónimo, decidió desnudarse y empezar a llamarse, lisa y llanamente, Jaime Jaramillo. “Sólo se llega a ser escritor cuando se es capaz de firmar con nombre propio”, dice.

Y es que para Jaime la desnudez es algo fundamental en su vida. Recientemente, en una entrevista, le contó a su amigo Harold Alvarado Tenorio:

Cuando se publicó que yo escribía desnudo, los periodistas púdicos empezaron a decir que eso significaba que escribía desnudo de prejuicios. Siempre he estado desnudo de prejuicios, pero cuando digo que escribo desnudo quiero decir en peloto. La ropa es un disfraz, una cobertura que nos ponemos para aislarnos. Siempre vivo desnudo, porque no tengo nada que ocultar”.

El tallerista

Desde 1985, cada sábado, Jaime llega a las 10 de la mañana a la Biblioteca Pública Piloto. Allí, dicta el Taller de poesía y creación literaria, un encuentro para la lectura y la apreciación de la literatura.

Para ir al taller siempre carga un gran maletero donde lleva el arte poética. En él está todo lo que necesita para hacer un taller literario: carnet de identificación, fotocopias (con la poesía dentro) y algunos libros que utiliza durante la sesión. Lleva alrededor de 20 fotocopias para cada persona, siendo alrededor de 25 talleristas. 20 por 25, da como resultado 500 fotocopias. Una resma entera, más los 4 ó 6 kilos que pesan los libros que siempre carga. El poeta lleva cargando 25 de sus 78 años el mismo maletero, con el mismo peso, bajo el mismo brazo.

Este taller es ya una institución en la ciudad y por él han pasado escritores reconocidos como Luis Fernando Macías, Héctor Ignacio Rodríguez y Verano Brisas. Ellos asistieron, no para aprender poesía como un proceso pedagógico, sino para descubrir la poesía, haciéndole justicia a la definición que Jaime ha encontrado para su taller: “Es un taller de buenas lecturas”.

El poeta

Nació en Pueblo Rico, Antioquia, en 1932. Corrían los años en que para llegar a Medellín se podía tardar uno hasta ocho días, a lomo de mula, por trochas y barrancos, como lo cuentan los relatos de don Tomás Carrasquilla.

Estudió en el colegio Juan de Dios Uribe, en Andes, donde fue compañero de colegio de Gonzalo Arango. También fue Inspector de Policía y Alcalde de Anzá, otro pueblito perdido en las estribaciones de la cordillera andina. Estos cargos lo llevaron a recibir el calificativo de “poeta con revólver”.

Nunca tuve que utilizar el revólver, eran pueblos muy pacíficos, sin guerrilla, sin conflicto. También eran pueblos muy conservadores. Por ejemplo, no existía el baile como ahora, entre hombres y mujeres; sólo se podía bailar entre hombres, lo demás se veía escandaloso”.

Luego de incursionar en la poesía con el libro Poemas de la ofensa, siguió trabajando en una agencia de publicidad, hasta que quebró. Con la liquidación de la agencia se fue a vivir a Cali donde sólo se dedicó a leer y escribir. Entre 1984 y 1985 se publicaron sus libros Sombrero de ahogado y Poemas de tierra caliente, con estos libros ganó el premio “Eduardo Cote Lamus” y el “Premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia”.

Jaime ha dicho en repetidas ocasiones que publica un libro cada 20 años. También ha dicho que en Colombia tardan 20 años para leer y reconocer a un escritor.

Yo nunca me propongo escribir un libro de poemas, eso es imposible. Hay escritores que hacen eso pero yo no. Los poemas son solos, cada poema es individual e independiente y no está pensado dentro de un libro; cada poema es una obra. Uno escribe los poemas cuando se le ocurre y los guarda. Después, si tiene con qué, los junta y arma un libro”.

Jaime también es traductor de poesía brasileña. Son bastante conocidas sus traducciones de la poesía de Geraldino Brasil y Paolo Ecker Filho.

El amigo

En 2009 el Teatro Matacandelas le rindió un homenaje en su celebración anual de la Verbena El Cantadero. Durante 11 días consecutivos, con fiesta, música y teatro, los “matacandelos”, entre ellos su director Cristóbal Peláez, le hicieron un reconocimiento muy especial al que han llamado con admiración “su poeta”.

Pero no sólo los “matacandelos” ven a Jaime Jaramillo Escobar como su poeta. También la Editorial Tragaluz tiene una cercana relación cultivada desde hace varios años con Jaime y de la cual nació el libro Tres poemas, ganador en 2006 del premio “Lápiz de acero”.

Esta semana, el 30 de septiembre, a Jaime se le rendirá otro homenaje con una triple alianza cultural de la mano de Tragaluz, el Teatro Matacandelas y la poesía de Jaime Jaramillo Escobar. Será una puesta en escena de la literatura, el teatro y la poesía.

Verbena en el Teatro Matacandelas

Jaime Jaramillo Escobar